Adiós, Whatsapp.

 

__

Hablando el otro día con un tipo llamado Isra Bravo, al que si no conoces te animo a conocer, me dijo:

“Quitarme Whatsapp ha sido de las mejores decisiones que he tomado en mi vida”.

Y me dejó pensando.

El cabrón se ha quitado, del tirón, de todo lo que huela a red social. Sin anestesia. Sin despedirse.

Ahora, tras varios días ordenando ideas, he tomado una decisión similar.

Va aquí, junto a mis argumentos.

(Y sin intentar convencerte de que hagas lo mismo).

He decidido eliminar de mi vida Whatsapp, Twitter, Discord... además de por supuesto Facebook e Instagram. También voy a hacerme con un número nuevo en el que yo añadiré a la gente que me interesa. Así, si suena, sabré que es importante.

Conservaré Telegram, pero solo para comunicarme con gente muy cercana, como un SMS mejor. Sin grupos, y con la privacidad al máximo. .

Vamos, que si me definía como social asocial, meto una capa extra de asocialidad.

Y las razones.

1- Mis hijos.

El excel, y poner los hijos como excusa, lo aguanta todo, pero tiene una explicación.

Las redes sociales, considerando Whatsapp como tal, les quitan atención a mis hijos. Punto.

Más de una vez, y más de dos, y más de tres, he columpiado niños con una mano mientras con la otra hablaba con cualquiera, sobre cualquier cosa, probablemente menos importante.

Y aunque no lo estuviera haciendo, muchas veces he sentido la tentación de hacerlo.

Si ellos están allí, de verdad, conmigo, lo menos que puedo hacer es lo mismo. Paso mucho tiempo con ellos y no quiero estar aguantándome las ganas de meter la mano en el bolsillo.

Esta razón me convence, pero hay otra mejor.

2- Cámara de eco de lo que fui, no de lo que quiero ser.

Piensa cómo funciona Facebook, Twitter, o similar: su negocio depende del tiempo que lo uses. Más tiempo en Facebook, más publicidad ves, más beneficio para la compañía.

Su estrategia para mantenerte dentro es muy básica:

Para ellos cualquier like, comentario o interacción con un contenido es una forma implícita de decir “dame más de esto”. Y te lo dan.

Lo que se termina creando es lo que se conoce como cámara de eco, donde solo te expones a cosas afines o muy afines.

Que no lo veo mal, pero mi preocupación va más allá.

Si yo ayer di like a algo solo es una prueba de que me gustó en ese momento de mi vida. Y no hay ninguna garantía de que hoy me siga gustando.

El problema es que el humano es evolución, cambio, propósito... y los algoritmos solo ven hacia atrás. Su trabajo es anclarte a lo que en el algún momento te gustó. O sea, antinatura.

Pues yo suelto ese lastre.

—Vale, ¿y whatsapp?

Pues parecido.

El chat de mis colegas, por ejemplo, a pesar de que lo disfruto y me echo unas risas solo es una parte de lo que fui, no de lo que quiero ser.

Que no pasa nada, que bendito sea, pero mi tiempo ahora es tan limitado y lo valoro tanto que prefiero apostar por lugares que me ayuden hacia delante.

Llámame raro.

—Raro.

Lo sé.

3. Filtrar.

Se lo contaba a un colega bastante espabilado y me dijo: “Haces bien, vas a filtrar mucho”

No estar tan accesible va a hacer que el que de verdad tenga interés en contactarme tenga que molestarse. Ya no estoy a tiro de DM en Twitter, ni en Telegram, ni en Discord... Y tampoco voy a escuchar audios (esto último me pone bastante).

Que no me escribe tanta gente, pero la suficiente como para sentirme mal por no poder contestar.

Además así, los importantes estarán bien atendidos.

4. Porque no he sido incapaz de controlarlo.

He usado los límites de uso del Iphone.

He capado con Freedom un montón de accesos.

He escondido el móvil en una caja.

Sí, lo he controlado, pero no he sido capaz de evitar la tentación y, en el fondo, eso me ha generado insatisfacción.

Asumo mi incapacidad para controlar la ingesta de dopamina y rompo con las fuentes. Muerto el perro, se acabó la rabia. Fuera. A tomar por culo.

Los contras de todo esto.

Que los hay, como en todo.

Me perderé mucha info, muchas anécdotas e ideas que podrían ser muy útiles para asociarse con otras ideas.

También perderé contacto con algunas personas, pero se compensará con la decisión de ser yo el que decide qué personas quiero cerca y cuáles no.

Me tocará dar explicaciones y más de uno pensará que soy un imbécil, o un loco, pero acepto feliz el peaje. He probado el otro camino y ahora me apetece este.

Además, si alguien quiere contacto directo, siempre estoy a tiro de su tarjeta. 

Gracias por tu tiempo.

Adiós.

Álvaro

Hay gente que tiene muy buenas ideas y gente que tiene muy buenas ideas de mierda.

Aquí está la diferencia