8 sencillas formas de cavar la tumba de tu éxito profesional

1. Haz el egipcio

En pos de la medianía en tu trabajo debes dominar el arte de hacer el egipcio. Haz como si fueras del mismo El Cairo: un mano delante, otra detrás, y mueve tu trasero con la única motivación del dinero.

Olvídate de aportar valor o autorrealizarte, eso son gilipolleces. Llevártelo calentito a final de mes es tu combustible. Desconecta de lo que te gusta y mejor se te da y que tu único estímulo sea que falta un día menos para cobrar.

Tras una larga trayectoria con esta actitud existe una opción más allá: ir cada día a un trabajo que no te satisface pensando que falta un día menos para jubilarte. Sólo está al alcance de egipcios senior, faraones de la mediocridad laboral que hace años que tiraron la toalla.

2. Quéjate

Porque llueve, por el sueldo, porque hay atasco, porque es lunes, porque un festivo cae en sábado o porque el mundo es una mierda. Quéjate mucho y hazlo a menudo.

Nadie quiere que arruines su día con tu irritabilidad así que impregna la oficina con tu mala energía y en poco tiempo te habrás ganado su rechazo.

Para un dominio total de esta técnica incluye en tus quejas temas personales que a nadie le interesan. Si a tu hijo el profe le tiene manía o tu perro tiene sida aprovecha el momento de la comida para aburrir a tus compis.

3. Culpa y critica a los demás

Puede que mi favorita, por frecuente. Abre el tarro de la mierda y repártela a discreción: jefes, compañeros, los de la limpieza, ningún comportamiento debe quedar fuera del alcance de tu censura.

Ten claro que siempre alguien tiene la culpa, menos tú. Mina la confianza de la persona con la que hablas haciéndole sentir que cuando se de la vuelta la pondrás a caldo.

4. Deja claro que lo sabes todo, sobre todo

Es muy importante que todos sepan de tus amplios conocimientos sobre cualquier tema. Demuéstralo todo el tiempo.

El autobombo es una necesidad, impresionar tu obligación. Contradice y haz insoportable tu presencia con tu sabiduría refrita.

Si en algún momento te entran dudas recuerda aquel documental de Discovery Channel, o ese artículo de la Quo que nunca leíste, seguro que de eso también sabes.

Aunque en tu DNI ponga nacido en Madrid, o Asturias, falso: tú eres de Tolosa, lo sabes todo.

5. Piensa que por un título o experiencia lo tienes todo hecho

Has estudiado una carrera, o tienes experiencia, eres alguien, puedes echarte a dormir.

Despreocúpate de los avances en tu campo, no actualices tus conocimientos.

Da la espalda a las nuevas temáticas, no tengas en cuenta a los que entran con ideas, eres un tiburón gris, puedes comerte a esos pececitos de colores.

Tu título es tu aval, ponle un marco hortera y cuélgalo de la pared, no importa que esté mecanografiado, o en pesetas.

¿Qué pereza estar siempre aprendiendo, no? Pues sí, vive de las rentas, deja pudrir tu conocimiento, old is the new new.

6. Proactividad es un nombre de tango

Limita tus tareas a lo imprescindible, espera órdenes y siente la necesidad de supervisión.

No te arriesgues, capa cualquier atisbo de creatividad e iniciativa.

La proactividad es un invento, sigue instrucciones, haz lo mínimo y pasa desapercibido. Think inside the box.

Mimetízate con el mobiliario, si nadie te da una tarea aprovecha ese tiempo para seguir haciendo nada; ser vago es de listos, y el finde está más cerca.

7. No cumplas tu horario

Deja eso para la gente productiva. Tú espera siempre que se vaya el jefe y levanta la mirada del Facebook para clavársela desafiante al que se va a la hora.

Calentar la silla es tu cometido, que todos sepan de tu entrega, y si son jefes mejor. No importa que no estés haciendo nada, haz dudar al personal si eres parte del mobiliario.

Puedes aprovechar a irte cuando el jefe y hacer el abrazafarolas camino del coche. Es muy importante que te quejes de la cantidad de curro y de la hora que es. Hazte notar.

8. No hagas nada

Es el complemento ideal de todo lo anterior. Quéjate, critica y muestra tu desencanto pero no muevas un dedo por cambiarlo. Coge tu asiento de pinchos y pon el culo sobre él, y quédate así.

La lengua será lo único que muevas mientras esperas que llegue agosto y puedas arrastrar tu cobardía hasta la playa.

Aprovecha cualquier circunstancia ajena para justificar tu inmovilismo; sí, está todo muy mal, se va todo a la mierda por culpa del gobierno, de la crisis y de la lluvia.

¿Colaborar, emprender, innovar? olvídate. No puedes hacer nada. Enciende la tele. Puta bida, tete.

Delega tu felicidad en lo que no esté a tu alcance, espera que tu jefe amanezca iluminado, que se aparten todos esos coches y que sea siempre viernes.

No tengas un plan, ten fe en que venga uno con coleta, o con barba, a solucionar tus problemas laborales, y síguelo por el telediario, a poder ser sentado; recuerda, no hagas nada.

Conclusión

No sólo he visto estas actitudes, muchas las he puesto en práctica, y te aseguro que los resultados están garantizados. Con el tiempo fui juntando los puntos y entendí que de aquellos polvos, esos lodos.

Tomar las riendas de mi vida laboral no hubiera sido posible sin aquellos lodos, y ahí vamos, sacando los pies del barro.

Para esquivar la mediocridad no hace falta irte a surfear por el mundo y petarla contándolo en tu blog, se puede ser el más emprendedor del mundo en la empresa más pequeña, o en tu casa después de que te echen del curro.

Hay gente que tiene muy buenas ideas y gente que tiene muy buenas ideas de mierda.

Aquí está la diferencia