Cómo organizar una boda low cost, alternativa a las bodas tradicionales

Cómo casarte sin meter a nadie en un compromiso, salvo a ti (así ha sido nuestra boda sobresfree)

 

El 4 de septiembre de 2021, o sea hace poco, Carmen y yo nos casamos, pero no fue una boda “normal”.

Podríamos llamarla boda low-cost, pero la idea de lowcost me suena a quiero y no puedo, a fichar a Braithwaite porque Messi cobra mucho.

Lo que nosotros hicimos, bajo mi sesgada opinión, fue mejor.

Quiero y puedo.

A ver tú qué opinas.

Lo que tienes delante es una explicación detallada de por qué las bodas como las conocemos hoy en día me parecen una mierda y cómo hemos organizado la nuestra bajo esa premisa.

Verás cómo ha sido, cuánto tiempo nos ha llevado organizarla y, lo mejor, cuánto nos ha costado huir del modelo tradicional de boda Príncipe Carlos.

Sí, nos ha costado, porque hemos pagado nosotros. Los invitados estaban, de verdad, invitados. El regalo era venir.

Sobresfree.

Te lo cuento en detalle, pero primero:

¿Qué es una boda modelo Príncipe Carlos? Lo opuesto a una boda sencilla

El 29 de julio de 1981 se celebró en Londres “la gran boda”, “la del siglo” (aunque podrían haberla llamado la anti boda low cost).

Ataviada en un traje con la cola más larga del mundo, Lady Di se casó con el Príncipe Carlos de Inglaterra ante 2500 invitados, mientras otros 750 millones de personas veían el bodorrio por televisión.

Comieron marisco, bebieron Dom Perignon, cortaron una tarta nupcial más alta que la iglesia y la novia bailó sobre unos zapatos con 130 perlas y 540 lentejuelas.

Prefieres no saber cuándo cuesta organizar una boda así.

Spoiler: 50 millones de euros.

Sí, ya sé que tú no eres de los Windsor, pero desde hace ya unos años por aquí se pusieron de moda las bodas de ese estilo.

No con tantas lentejuelas, pero sí absurdamente “sobredimensionadas”.

Seguro que te suena:

Par de oficinistas de clase media, que no tienen un castillo en Balmoral ni pedrigree alguno, deciden casarse y montan un convite que cuesta cuarenta veces sus sueldos.

Traje de novia princesa hecho a medida, tres centenares de invitados, boda, pre-boda, post-boda y after-boda. Langosta, torre de chocolate y Rolls Royce alquilado.

La tele no va porque no le interesa a nadie, pero sí un fotógrafo y un tío que graba un vídeo como si fueran a vender la exclusiva, pero sin venderla.

Como los Beckham, pero los García.

Ignorando que el York lo tienen en la nevera y no en el apellido, algunos incluso tiran fuegos artificiales antes de irse a alguna isla paradisiaca con el dinero de los invitados.

“Es una vez en la vida”.

Págame esa vez.

A mí esas bodas, siendo amable, me parecen un quiero y no puedo.

Sin serlo, me parecen una catetada.

Si eres el puto príncipe Carlos y hace diez siglos que a tu familia le hacen la ola, pues vale, pero si todavía tienes la letra del coche y tu sangre no es azul ni bebiéndote doce pilots, esas bodas me parecen fuera de lugar (eufemismo de horterada, que es lo que en verdad me parecen).

Y claro, como no hay bolsillo que aguante tanta pomposidad el concepto de “invitado” se diluye peligrosamente a paganini.

O pagabodas.

Pues yo paso.

Es como si celebro mi cumpleaños e invito a mis amigos a mi casa. Se me va la olla contrato a Britney Spears porque mi sueño es que me cante Oops I did it again enfundada en un traje rojo y luego pido 200 pavos de “invitación”.

(Sí, Britney está así de devaluada)

Pues con las bodas igual: Quiero ser Cenicienta, toma el número de cuenta.

Lo que todavía se me escapa es el fenómeno psicológico que hace que la gente pague.

Eso sí, la consecuencia de esas bodas es que a la gente la invitación le cae como cuando te pilla Tráfico a 73km/h en un 50. Las palabras invitación y putada se acercan demasiado. Mal vamos.

Pues a pesar de todo esto a nosotros nos apetecía hacer una celebración, pero no así, claro.

Te voy a contar qué hemos hecho y cuánto nos ha costado huir de ese modelo de boda high cost.

(Boda millennial he oído que le llaman también, aunque a mí me gusta más boda sin asaltar a tus amigos).

Revisando el concepto. Ideas sobre una boda low cost que puedes pagar.

Lo primero, por si estábamos confundidos, fue revisar la RAE en busca de la definición de “invitar”.

Encontramos esto:

Del latín invitāre. “Pagar el gasto que haga o haya hecho otra persona, por gentileza hacia ella”.

O sea que para que en una boda haya invitados tienen que pagar los novios. Punto. Lo otro es un error lingüístico.

La mayoría de bodas deberían poner la invitación en Ticketmaster.

Con esto claro solo teníamos que buscar a las personas con las que nos apetecía tener esa gentileza y sacar la cartera.

La verdad que para mí fue fácil. Hice una lista de la gente que quería que estuviera y me pregunté si el deseo era recíproco: ¿Quiere esta persona estar en mi boda?

Solo los match recibieron invitación, y no sus parejas. Este es un detalle importante.

Los invitados. Una boda libre de remolques

Entre mis colegas siempre ha habido risas con la clásica persona que va a un evento y solo conoce a su pareja, modo remolque lo llamamos.

Que alguien vaya de +1 no significa que sea mala gente, o que vaya a comer mucho, pero sí que es probable que tenga mejores planes para un sábado por la tarde que ir a mi boda.

Así, las invitaciones eran individuales, pero la decisión de ir o no en pareja quedó en mano de los invitados. Su condición de primeros espadas en nuestras vidas les daba autoridad para elegir si ir acompañados o no.

Muchos fueron solos, otros en pareja, pero todos fueron igual de bien recibidos (y de invitados).

Ser tú el que paga tiene algo muy bueno, te aseguras que las invitaciones a tu boda son reales y sinceras. No les metes a los dudosos la patata caliente en un sobre lacrado.

Sin compromiso, pero con compromiso.

Es verdad que nos hubiera gustado invitar a algún familiar más, a mí al menos, pero dudo que en un entorno tan de amigos cercanos hubieran encontrado su sitio.

Y esa es otra, ¿qué sentido tiene hacer venir a tus amigos y familiares de la otra punta de España si no vas a tener ni medio minuto para dedicarles?

Eso pasa en las bodas que son ciento y la madre. Mejor bodas pequeñas, sencillas y bien atendidas, como las cartas de los buenos restaurantes. 

Además, al hacerlo así, entre los cincuenta y cinco que fuimos todo eran caras conocidas y, lo mejor, todas tenían ganas de verse. La consecuencia fue que lo pasamos como los indios.

Adaptando nuestra boda alternativa a un mercado sobredimensionado

Solo fui de verdad consciente de la desproporción del tema nupcias cuando supe que en la organización de bodas se habla de “proveedores”.

Sí, proveedores, como en los negocios.

Proveedores son el catering, el fotógrafo, la iglesia, la decoración, el traje, las invitaciones, el autobús... Solo pensar en la de llamadas de teléfono que tiene que ser eso me daba pavor.

Nuestra boda fue mucho más fácil.

Sobrefree y líosfree.

Tenemos la suerte de vivir muy cerca de un restaurante ideal para una boda sencilla y de conocer a los dueños, que enseguida entendieron el rollo.

Además, como también queríamos que fuera animalesfree, adaptaron el menú al veganismo del novio, o sea yo, que nos salió a 45€ por persona, comida y bebida.

Eso sí, nada de banquete y obligar a la gente a estar tres horas sentados. Todos de pie y que cada uno hable con quien quiera.

(Descubrí que eso se llama tipo cocktail y que es muy típico de las bodas low cost, aunque esta no lo fuera)

Como el evento no estaría completo sin unas copas la invitación incluyó barra libre, pero nada de pagar por horas, eso es una malísima decisión financiera, pagamos exactamente lo que se consumió.

La decoración, de la que se encargaron también en el restaurante, nos costó 300€.

Como extras contratamos un grupo de música, una pareja super maja que nos cobraron 350€ y un fotógrafo, aunque yo era reticente a este último. Verás por qué.

Como todo en el mercado de las bodas está sobredimensionado, nos costó encontrar un fotógrafo que no pidiera tres salarios mínimos por ir a hacer unas fotos.

La mayoría nos vendía algún pack que incluía hacer el canelo disfrazados en una playa, venir a casa a no sé muy bien qué, un vídeo con música de stock y otros extras que no hubiera contratado ni tras beberme toda la barra libre.

Uno incluso entregaba un DVD. Le dije que mejor en minidisc.

Cuando estábamos a punto de pedirle a un colega que llevara la réflex dimos con un chaval encantador que entendió el concepto de boda y nos cobró 450€.

Para mi gusto anti-pomposidad quizás fue demasiado, pero es inversión en felicidad futura.

(Luego podrás ver fotos y juzgar tú)

Seguimos con los sobres.

Las invitaciones en una boda donde el presupuesto lo pagas tú

Lo del fotógrafo y la música lo gestionó Carmen, y no te puedo decir cuánto tiempo le llevó, pero considerando el tiempo que la maternidad le permite, intuyo que poco.

Yo me encargué de las invitaciones, que consistieron en un documento en Coda (algo como Word, pero online) que mandamos por Whatsapp.

Sumando lo que tardamos en acercarnos dos veces al restaurante y lo que tardé en escribir y mandar la invitación, calculo unas cuatro horas.

Cero llamadas de teléfono.

Cero reuniones con “proveedores”

Cero ir a hacernos los entendidos probando menús.

Cero líos.

Igual tú sí, pero yo no tenía tanto tiempo. Tampoco para ir repartiendo invitaciones y luego recogiendo sobres. Ni nos apetecía, por eso pagamos nosotros.

Luego verás la invitación, ahora vamos con la pasta.

Esto fue lo que nos costó. El precio una boda lowcost y sobresfree

El coste total del evento fue de 4153€, que cumpliendo con la definición de la RAE de invitar, pagamos nosotros.

Desglosado fue:

Restaurante: 2475€. Cincuenta y cinco invitados por cuarenta y cinco euros. Los niños no pagaron, lo que me parece muy normal. Y comieron lo mismo que los adultos, nada de veneno con patatas.

Decoración: 300€. Como se parecía mucho a una boda vegana hicieron una decoración hortelana muy resultona llena de detalles veggie.

Fotógrafo: 450€. Lo dicho, de los pocos con el bastante sentido común como para entender que la boda no era un capítulo de Los Tudor.

Grupo de música: 350€. Amenizaron la tarde de forma excelente. Un acierto.

Barra libre: 338€.

Test antígenos: 190€. Como teníamos más ganas de abrazarnos que de mascarilla, y aunque el evento era al aire libre, pedimos a los invitados que se hicieran un test antes de ir. Los dejamos pagados en una farmacia y, para nuestra sorpresa, se lo hicieron.

Propina al bote de los camareros: 50€. En agradecimiento por estar echando cañas y pasando la bandeja con una sonrisa.

Total: 4153€

¿Mucho? ¿poco? dependerá del bolsillo, pero creo que depende más de las ganas de hacerlo.

Por cierto, Carmen, además, se compró un vestido en Zara que le costó 75€. Yo tenía camisas de sobra. Lo sentimos por Pronovias.

¿Fuisteis a la iglesia o fue una boda civil?

No nos hacíamos mucho a la idea de ir a una iglesia a casarnos. No por nada, si no porque tampoco vamos nunca.

Habrá gente que le guste, pero yo lo veo todo como muy frío y muy raro. Quizás tenga que ir más.

La alternativa “legal” es una boda civil en el juzgado, que fue lo que hicimos, pero en otro día. El día de la boda burocrática fuimos con dos amigos de testigos y en menos de cinco minutos habíamos acabado el trámite.

Fue como ir a renovar el dni, porque la boda ya había sido.

El día de la celebración, a falta de cura o concejal, hicimos una pequeña ceremonia en el restaurante en la que hablamos Carmen y yo y, después, un gran amigo nos dio su “bendición”.

Esto último es una coña entre colegas que no vas a entender. Quédate con que fue nuestro Elvis particular, pero sin ir a Las Vegas.

No era esperado, pero después nos tiraron arroz.

(Hay foto de todo)

¿No fuisteis de luna de miel?

Podríamos haber ido, pero tenemos dos hijos (gemelos) de veintidós meses a los que les gusta su rutina de jugar e ir al parque. No se veían en una playa paradisiaca a mil euros la noche. Y sin columpios.

El que viene en camino no se quiso pronunciar.

Lo sentimos por El Corte Inglés.

Y acabamos.

¿Debería ser tu boda así?

Pues por supuesto que no.

Cásate como te dé la gana, si es que quieres casarte.

Si te apetece ser Cenicienta o el Príncipe Carlos por un día y que te lo paguen no te genera cargo de conciencia, adelante con esos sobres.

Es más, si encima haces negocio, como mucha gente, no seré yo el que lo critique, mucho proveedores comiendo en ese mercado. A nosotros simplemente no nos apetecía. (Lo sentimos también por Zankyou y por Bodas punto net)

Pero vamos, que si crees que otra boda es posible y que no hace falta saquear a nadie, que bastantes gastos tendrán, celebrar un día de amor es más fácil de lo que parece. Para nosotros fue fácil y maravilloso.

Un saludo

P.D. Si te pica la curiosidad y quieres ver la invitación que mandamos (más algunas fotos) tienes un precioso cajetín aquí debajo en el que si metes tu email recibirás lo siguiente:

Un enlace al documento que sirvió de invitación. El mismo que recibieron los invitados donde les explicamos el verdadero porqué de la invitación (que hizo que no se sintieran mal por no regalar dinero ni juegos de té). También verás cómo tratamos el tema de los remolques.

Spoiler: me costó que pasara el filtro de Carmen.

La agenda del evento: a qué hora empezamos, a qué hora acabamos (algunos) y cómo gestionamos los tiempos de ceremonia, comida, música...

Verás cómo fue la gente vestida y te servirá para saber si los invitados entendieron el rollo del evento. ¿Traje y corbata? ¿bañador? Lo sabrás con las fotos.

También verás la lista de invitados, que también era open metrics.

Cuáles fueron los proveedores, con sus datos de contacto, por si quieres llevar tu nivel de curiosidad un paso más allá o contratarlos.

√ Además, salvo que me pidas lo contrario, recibirás unos cuantos emails más con otras ideas para ser un social asocial. Siempre estarás a un clic de no recibirlos, aunque lo más probable es que si te ha gustado esto te gustará recibirlos, pero quien sabe.

Bueno, y algo más.

Nada más meter el email sabrás qué ha sido lo mejor de hacer esta boda, algo que no puedo contarlo aquí (lo ve demasiada gente), pero que hace que, en realidad, a pesar de haber pagado nosotros, esto nos ahorrará mucho dinero.

P.D. 2. Siéntete libre de compartir esto. Por un mundo libre de sobres.

(El cajetín pequeño, encima de Vivan los novios, para el resto) ⬇️

Hay gente que tiene muy buenas ideas y gente que tiene muy buenas ideas de mierda.

Aquí está la diferencia