El Extraño Caso del Millennial que Amaba su Trabajo

Me llamo Álvaro y nací en 1983, soy de los primeros de la llamada generación millennial, y no, no soy ese extraño caso. Nunca he tenido trabajo fijo. Esta es la historia de lo que me ha llevado, como a muchos, a no ser feliz en el mundo laboral. La teoría del unicornio.

[Este artículo es una tradución adaptada de este otro]

Lo primero, necesito que tengas clara esta ecuación:

Es simple, la felicidad es tu realidad menos las expectativas que tenías sobre ella; si las expectativas superan la realidad, tu felicidad tiende a cero.

Felicidad= Realidad – Expectativas

Parte 1.  Expectativas y realidad laboral de la generación X

Mis padres nacieron en los 50, son la generación X, y sus padres nacieron en los años 20.

Mis abuelos vivieron una guerra y una posguerra. A veces, entre comodidad y comodidad, se nos olvida. Una guerra es eso que pasa en un país que no es el tuyo donde muchas personas matan a otras personas, y donde los likes no son una preocupación frente a comer y sobrevivir.

Pues eso pasó en este país hace poco, y mis abuelos lo vivieron con todas sus consecuencias.

Las dificultades de la épocas les marcaron y, como no podía ser de otra forma, quisieron que sus hijos no pasaran por lo mismo.

Vamos a introducir otro concepto importante que utilizaremos como símil de una vida exitosa, el verde del césped.

Digamos que una vida feliz con un trabajo satisfactorio luciría así, un frondoso césped verde.

Mis abuelos quisieron que mis padres tuvieran el césped más verde de lo que ellos lo habían tenido y se esforzaron por darles una educación que les garantizara un buen trabajo y la seguridad económica que ellos no disfrutaron.

Querían que luciera verde y precioso y les enseñaron que podían conseguirlo, pero no sin antes esforzarse y trabajar duro durante años.

Con esos antecedentes, y tras disfrutar de un breve hyppismo setentero, la generación de mis padres se incorporó al mundo laboral.
La creciente prosperidad en el mundo, junto a la constancia y valores inculcados por la generación anterior les trajo una estabilidad y seguridad económica que les permitió ahorrar, comprarse un bonito piso, tener hijos y disfrutar de una estable y cómoda vida feliz.
Con trabajos estables y cada vez más derechos laborales, el césped lucía más verde incluso de lo que habían soñado.

La realidad era mucho mayor que las expectativas. Gente feliz.

Expectativas y realidad laboral de los millennials.

La estable vida laboral de la generación X hizo que dieran ese hecho por garantizado y que la expectativas para sus hijos aumentaran.

Cada generación ha querido que sus hijos vivan mejor, y no iba a ser excepción.

Dando por hecho que el césped ya era verde, ahora también tenía que tener flores.

Los esfuerzos de la generación de mis padres por que viviéramos al menos tan bien como ellos no vinieron solos, la sociedad entera puso de su parte.

Hemos sido educados en un entorno de absoluta seguridad y comodidad, hemos recibido todo tipo de atenciones, becas y mimos, hemos recibido medallas por participar, y nos hemos creído especiales.

Nos han dado medallas por llegar los últimos y nos hemos creído especiales, #millennials.

Hay gente que ya afirma que ha sido una “estrategia fallida de crianza”, que colmar de atenciones, abrigos, juguetes y condescendencia es hacer un flaco favor.

La teoría del unicornio

Con todas esas comodidades nuestras expectativas se han disparado. Nos hemos creído nuestra grandeza.

Ya no nos conformamos con un trabajo que nos dé seguridad económica, eso lo damos por hecho. Ahora queremos que nos llene y nos apasione, queremos quitar las connotaciones de duro y obligatorio a la palabra trabajo.

A ello se une un factor nuevo, la impaciencia.

Nuestros abuelos sabían que el camino hacia las cosas importantes de la vida, como una vida profesional de éxito, es largo y duro, y así se lo enseñaron a sus hijos.

Eso no funciona para nosotros, hermano, aquí amamos la inmediatez del «like», Amazon Prime…mi abuelo tenía que esperar meses para recibir respuesta a una carta, yo mando whatsapps, me he acostumbrado a otra cosa.

Ya no nos sirve con tener un césped verde, ahora queremos tener un unicornio de colores en un césped lleno de flores, y lo queremos ahora.

Pero hay dos cosas seguras, no hay unicornios de colores para todos, y quien lo logra es con un gran esfuerzo sostenido en el tiempo.

Y por seguir con el baño de realidad, la población en el planeta es la mayor de la historia. Puedes sentirte un ser único y especial, pero, visto desde arriba, hay otros 7.500 millones tan especiales como tú.

La llegada de los millennials al mundo laboral

Con el salto al mundo laboral llega la realidad.

En medio de los últimos coletazos de un capitalismo salvaje, los números son todo frente al jovenzuelo sobretitulado y ablandado que da sus primeros pasos en la empresa.

Ha sido educado con manguitos y flotador y ahora es lanzado desnudo, con unas capacidades que le han dicho que tiene pero que nunca ha puesto a prueba, a un océano de pirañas. ¿Dónde está mamá?

Construir una carrera profesional exitosa requiere años de sudor y lágrimas, y no hay app para eso.

¿Cuál es el resultado de la combinación de expectativas irreales de unicornios de colores frente a la realidad de precariedad laboral?

Frustración e insatisfacción.

¿Cómo afecta el postureo en redes sociales a las expectativas de trabajo de los millennials?

Añadimos un nuevo parámetro a la ecuación, lo que los demás parecen tener.

Felicidad= Realidad – Expectativas (- realidad de otros)

Mis abuelos podían ver qué hacía el vecino y poco más.

Nosotros podemos ver en Facebook e Instagram los inflados aspectos positivos de la vida de millones de personas, ex-compañeros, amigos, desconocidos…y no podemos evitar compararnos.

Ver lo “bien” que le va a otros, aunque sea mentira, nos hace sentir más frustrados si cabe.

  • Si esperabas ser el rey del mundo
  • Pero tu trabajo no llega ni de lejos a lo que esperabas
  • No tienes npi de como cambiar la situación
  • Y encima ves lo «bien» que le va a todo el mundo menos a ti

Entonces tú tampoco eres el extraño caso del millennial que amaba su trabajo.

Conclusión

Hemos sido mimados y educados para vivir mejor que nuestros padres, pero las circunstancias han cambiado. Hemos soñado con el unicornio pero el cabrón nos ha corneado.

No es culpa de las empresas, ni mía, ni de mis padres, ni del colegio, es lo que hay y punto, ¿de quién es culpa que salga el sol por las mañanas?

No estamos preparados para ser felices trabajando 8 horas sólo por un sueldo, lo siento, las expectativas con las que hemos sido educados no nos lo permiten.  Además, pasamos demasiado tiempo en Instagram. Puedes ser capaz de hacer un trabajo que no te realice, pero no puedes ser feliz con ello.

Si no has visto este vídeo sobre los millennials, del que han salido varias ideas de este artículo, es el momento.

Sí, yo he soñado con el unicornio de colores y me ha corneado. Si estás leyendo esto fácil que a ti también, deja un comentario si es tu caso.

Hay gente que tiene muy buenas ideas y gente que tiene muy buenas ideas de mierda.

Aquí está la diferencia