El oficinista: la vida en un cubículo

Amanece un día más en la ciudad, la tranquilidad de la noche se ve interrumpida por el sonido de miles de despertadores. El suyo es solo uno más.

Al oficinista le cuesta salir de la cama, se está demasiado bien ahí dentro y lo que espera fuera no apetece nada.

Mira por la ventana e intuye, entre legañas, que hará un precioso día de primavera, lástima que en el cubículo siempre sea invierno…

E lige rápido una ropa más apropiada que bonita y se lanza a por un café, no hay tiempo que perder.

Acelera el paso hacia el coche con miedo a verse atrapado en el atasco. Ha podido sentir el ruido de todos esos despertadores y teme pasar dos horas escuchando bromas de radio, le hacen sentir violento.

Así comienza un día cualquiera en la vida del oficinista, uno más. ¿O uno menos?

¿Qué es un oficinista?

Cuando dentro de 700 años los arqueólogos estudien nuestra sociedad, no les será difícil definir lo que era importante para nosotros. Enormes edificios de cristal con ordenadores, máquinas de café y abrevaderos de agua con garrafas boca abajo. ¿Averiguas lo que hay dentro?

El homo oficinistus pasaba largas temporadas en cubículos y se rodeaba de otros homínidos con los que no tenia un aparente vínculo, pondrá la wikipedia.

Mientras, en esta época, pasa desapercibido. Me alarma lo normalizado de esa rutina de vida que mengua al humano, repetición frente a creatividad, seguridad frente a incertidumbre, como si esta fuera mala.

No me imagino al hombre hace 5000 años esperando ir a cazar durante toda su vida al mismo sitio, el mismo ciervo. Para que luego, si el animal se va, quedarse en la cueva 2 años recibiendo un trocito cada mes.

El oficinista es hijo de la seguridad laboral, del pánico al cambio. Se sienta cada día en su asiento de pinchos esperando al viernes y repite sus días.

Cuando abrías un paquete de cromos de pequeño y te salía uno repetido eso era decepción; sin embargo, cada día ahora es el mismo cromo. Nunca sale el último fichaje, todos los días son ese central de Osasuna que ya te ha salido 70 veces.

Ventajas y desventajas de ser un oficinista

Si hay tantos oficinistas no pueden estar todos equivocados, ¿no crees? Vamos a ver pros y contras de ser un fiel oficinista.

Ventajas

Desde un habitual punto de vista pre-millennial el yerno perfecto trabaja en una oficina. Echar muchas horas es buena señal, chico aplicado y tranquilo. Que a veces quiera tirarse por la ventana de su envidiable oficina no es importante comparado con lo que podría pensar la gente si no tiene oficio conocido. ¡Qué vergüenza!

Con un enfoque de pura supervivencia también es positivo, el oficinista tiene asegurado un sueldo que le permite alimentarse y protegerse del clima. No asume riesgos; además, se puede permitir algún lujo como irse una semana a la playa. Sí, es una de 52, pero «así es la vida«.

Además, ser oficinista significa estar integrado en una sociedad de oficinistas, y nos gusta estar integrados. Somos seres sociales y en el rebaño se viaja tranquilo. Minipunto para el oficinismo.

Desventajas

Aquí podría ponerme muy trascendental.

Podría decirte que el álbum de la vida tiene muchos más cromos, que eres la ostia y estás aquí para hacer historia… – seguro que ya te lo habré dicho -. Pero para eso ya puedes echar un vistazo a alguna frase motivadora que haya compartido algún oficinista desde el curro.

Si algo echo de menos en blogs y mensajes «anti-oficinismo» en general, es la distancia con la gente normal. Para el oficinista medio que empieza a sentir desencanto con su trabajo y que se asoma a nuevas formas de estar en el mundo, muchos mensajes suenan lejanos.

Leer en Facebook un «ya tienes todo lo que necesitas para ser feliz» a las 20:47, justo antes de irse a su casa, es difícil que cale. Y si lees 41 frases como esa al día, peor aun.

Por tanto yo voy a enumerar una serie de desventajas más del día a día que a mí me asqueaban en mi gloriosa época de oficinista. No por obvias son menos importantes.

  • Tienes que ir siempre a la oficina, aunque no quieras.

  • La oficina puede llegar a estar muy lejos de tu casa.

  • La carretera y el transporte público están llenos de oficinistas que lo atascan todo cada mañana.

  • Tu oficina también está llena de oficinistas, pero a estos los llamas compañeros. Tampoco quieren estar allí.

  • En la oficina es muy probable que te pilles de todo. Se llama Síndrome del edificio enfermo y lo dice la OMS: «conjunto de enfermedades originadas o estimuladas por la contaminación del aire en espacios cerrados»

  • Si te pones a la muerte por el aire acondicionado y no puedes ni moverte un señor de bata blanca tiene que autorizarte para no ir a la oficina.

  • No puedes estar en zapatillas.

  • En el mejor de los casos tienes que ir 5 días, la semana tiene 7. Son demasiados.

  • Tu cuerpo tiene mucha más movilidad que la que permite un cubículo.

  • El oficinista come en un tupper calentado al microondas.

  • Da igual que haga sol, no puedes salir a disfrutarlo.

  • Tienes un sueldo, y te acomodas, no te permite ir a buscar nuevos cromos.

La oficina, el hábitat natural del oficinista

En España pasamos una media de 9h y 19 minutos en el trabajo, sin contar desplazamientos. Voy a intentar decir mi opinión al respecto de la forma más suave que se me ocurre. ¿Se nos ha ido la jodida cabeza a todos? Si el día tiene 24, eso es una atrocidad, una anormalidad, ¿pero quién ha decidido eso?

Permíteme dudar que el hombre primitivo se tirara 11 horas cazando todos los días; el tío saldría a cazar, claro, pero, joder, seguro que hacía más cosas.

Si quieres una definición más wikipédica te diría:

Dícese del espacio físico donde se encuentra el oficinista mientras que su vida pasa fuera.

Los compañeros de oficina

Me ha gustado lo de la definición wikipédica:

Esas personas con las que el oficinista pasa 9 horas al día, pero sin haber tenido opinión alguna en su elección.

En el nuevo orden social que nos ha tocado vivir, el rol de compañero de trabajo es algo novedoso respecto a nuestros antepasados. Si el núcleo familiar era la clave ahora son los compañeros de oficina el centro de nuestra existencia, ¿no te suena raro? Ya te digo que los arqueólogos fliparán.

Es verdad que, aunque sea por roce, a veces terminamos haciendo buenas migas con la gente de la oficina. Incluso grandes amistades. Otras veces no, y lo que te encuentras es una panda de energúmenos dirigidos por un jefe tóxico.

¿Crees que hay alternativa al oficinismo?

¿Podrías decirme más ventajas? ¿Podrías contar alternativas para ese oficinista estresado que empieza a buscar otras opciones? ¿Qué otras ideas se te ocurren para ayudarle que no tengan la palabra apadrinar? Exprésate, expláyate, abajo tienes sitio.

Hay gente que tiene muy buenas ideas y gente que tiene muy buenas ideas de mierda.

Aquí está la diferencia